Hace unas semanas los alemanes del este, es decir, la población que vivió bajo el yugo de la Unión Soviética durante la segunda mitad del siglo XX, votó mayoritariamente por el partido de extrema derecha “Alternativa para Alemania” (AfD). Bastaron poco más de 35 años después de la reunificación alemana para que olvidaran lo que se siente vivir bajo un régimen autocrático sin libertades ni derechos, seducidos por un discurso que reivindica “valores” nacionalistas.
La pregunta es por qué un pueblo educado y próspero, donde nacieron filósofos, poetas, músicos y científicos de renombre mundial, es capaz de darle la espalda a la libertad y desafiar a su propia historia. La respuesta es simple y aplica para todos los pueblos: vivir en libertad exige responsabilidad y la gente no quiere hacerse responsable de lo público, prefiere ceder su libertad a cambio de que un líder político tome las decisiones, corrija los excesos y alimente a los débiles.
Son tiempos de amnesia colectiva a escala mundial. Los resabios de las guerras mundiales y de la guerra fría han perdido vigencia. Quienes tienen menos de 40 años eligen creyendo que la libertad, la democracia, la economía de mercado y el progreso social siempre han existido y están asegurados ¿Y cómo no pensarlo así si ellos nacieron en esa realidad?
Sin embargo, esas generaciones ignoran las implicaciones de darle la espalda al sistema político y económico que mayor prosperidad le ha aportado a la humanidad en toda su historia.
El liberalismo se convirtió en régimen aproximadamente a finales del siglo XVIII. Desde entonces la humanidad experimentó un acelerado proceso de crecimiento económico que sacó de la pobreza a la mayor cantidad de personas (en términos absolutos y relativos) desde que existen las sociedades humanas. Eso ocurre en el marco de un régimen de libertades en el cual se puede trabajar, invertir, informarse, opinar, disentir, asociarse y participar bajo la protección de instituciones y de tribunales independientes.
Desde luego que la economía de mercado y la democracia liberal tienen sus defectos. Ni modo, hay que vivir con ellos porque hasta el momento ningún otro sistema es capaz de mantener el orden colectivo y la prosperidad bajo un régimen de libertades y derechos. Es más, el resto de los sistemas anulan los derechos y al hacerlo también anulan la prosperidad, o al revés, para tomar el control de los medios de producción anulan los derechos civiles. La evidencia histórica demuestra que hay un delicado equilibrio entre libertad y prosperidad.
El problema es la responsabilidad. Quizá la que más se ha perdido es la responsabilidad de pensar y de comprender. La gente ha dejado el hábito de utilizar “el bien preciado de la inteligencia” y y en esa medida son los discursos políticos altisonantes que emocionan y encienden las gónadas, los que triunfan en las elecciones.
La ley de telecomunicaciones que pretende imponer la cuarta transformación, al igual que la reforma al Poder Judicial, la cooptación del INE y la eliminación de los órganos autónomos, significan la destrucción del régimen de libertades que un día tuvimos los mexicanos. . El declive económico llegará yestá a la vista, dirán que fue la pandemia dirán que fue Trump que fue Trump, que fue la pandemia que fue la mafia del poder, que fue la mafia del poder, la realidad es que los responsables somos los mexicanos por ceder ante los discursos de gente ambiciosa y viciosa.
Lo bueno es que no estamos solos, nos acompañan en este viaje fratricida, por ejemplo, el 50 por ciento de los americanos y el 20 por ciento de los alemanes.
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