Un equipo de investigadores de varias universidades del vecino país, encabezado por Shuai Li, de la Universidad de Hawái, analizó imágenes recogidas en 2009 por el instrumento Moon Mineralogy Mapper (M3), que voló en Chandrayaan-1, la primera misión india a nuestro satélite natural.
Así fue como encontraron hielo en la superficie lunar, en áreas de los polos en donde nunca da la luz solar. En estas regiones, a causa de la reducida inclinación del eje de rotación de la Luna respecto a su órbita en torno al Sol, de apenas 1.5 grados, existen cráteres que siempre están en tinieblas.
“La búsqueda de agua en el Universo, en particular en el Sistema Solar, está asociada a la posibilidad de encontrar vida. También, ayuda a que en el futuro la exploración espacial tenga, in situ, bases y abasto de elementos fundamentales para la vida de los seres humanos”, comentó José Franco López, investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM y coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT).
En junio de 2009, la sonda lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la Agencia Aeroespacial de Estados Unidos (NASA) detectó que los polos lunares helados eran algunos de los sitios más fríos del Sistema Solar, con temperaturas de hasta 238 grados bajo cero, suficientes para acumular hielo durante miles de millones de años. Las regiones donde Shua Li y sus colegas encontraron el agua helada no superan los 163 grados bajo cero.
“La temperatura en la superficie de la Luna varía muchísimo. Cuando le da el sol, como no tiene prácticamente atmósfera puede llegar a los 100 grados Celsius o más. Pero en la noche baja bastante: en las zonas donde no da nunca la luz solar se enfría a más de 160 grados bajo cero, así que el agua está en forma de hielo muy frío y antiguo, pues está acumulado”, explicó Franco.
El análisis reciente de la exploración de 2009 concluye, sin equivocación, que hay hielo en varios de los cráteres alrededor de los polos lunares, con más abundancia en el polo sur, añadió el astrónomo.
El universitario indicó que los instrumentos tecnológicos son extensiones de nuestros sentidos para saber del mundo y del Universo. “Nos han permitido conocerlos con mucho más detalle y precisión”.
Con información de DGCS UNAM