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Miércoles, 24 Junio 2015 14:42

El amor en los tiempos del Running

Escrito por

 

 

 

Historias azules, historias rosas o incluso hasta rojas, pero todas tienen un final, ¿Cuál? al que tu imaginación te permita llegar.

Lo que pasa dentro y fuera de las carreras, se queda en las carreras.


Carmina comenzó a correr hace algún tiempo, amaba las mañanas que muy temprano la saludaban y eso a Carmina le encantaba porque la hacía sentir en libertad.

Aunque por otro lado estaba atrapada en una relación de esas de cariño y no de amor, Alberto su novio siempre tenía otras ocupaciones y pocas veces estaba en esos ya tan significativos momentos de Carmina cuando corría.

Ella lo justificaba pero en el fondo ansiaba ese apoyo que rara vez llegaba, una mañana Carmina navegaba por su red social buscando información de cómo mejorar, carreras por correr, grupos a los cuales pertenecer y justo en ese momento facebook le sugirió una “amistad” la foto de perfil llamó su atención, era un hombre, uno de sonrisa atrayente y mirada color de mar, se trataba de Manuel Urzúa (El Corredor) así se describía, de su perfil sólo pudo ver que él se encontraba en una relación y vivía en una ciudad cercana, pero a pesar de esa poca información y por una extraña razón el interés de Carmina se despertó.

Al día siguiente mientras corría, un pensamiento detuvo a Carmina volvió a ver el perfil de Manuel y una voz interna de pecado le exigía: ¡Contáctalo! Pero otra más fuerte la del recató le aconsejó: -¡Jamás una dama!- rara a su proceder le envió la invitación, Manuel pronto la aceptó, ella se apenó y de ningún lado comenzó alguna conversación.

Esa misma noche se pudo escuchar una notificación… con un simple –Hola- Carmina tomó su celular y de nuevo su voz de recato le aconsejó esperar, sólo fueron cinco minutos para que se pudiera leer otro –Hola- pero ahora en el celular de Manuel.

Esas primeras dos palabras con el paso de los días se fueron convirtiendo en cientos, Carmina y Manuel se habían expuesto entre conversaciones su condición sentimental, la de Manuel era muy similar, fue el tema que menos palabras tuvo, por el contrario los buenos días y buenas noches son las que más abundaron.

Desde cinco semanas atrás a través de la impersonalidad de su celular habían entablado una conexión casi perfecta donde la única imperfección era la distancia que los separaba; de tenis, de carreras, etc. Sobre esto sus pláticas encontraban profundos ecos, aquello era quizá la idealización a través de los personajes que corrían.

Una mañana se leyó: -Hola hay una sorpresa- Manuel se había inscrito en el 21k de la ciudad de Carmina, ella entusiasmada preguntó:

-Estupendo ¿Tienes a dónde llegar?-

-Aún no-

Y sin pensar tímidamente ella sugirió: -Puedes quedarte en mi departamento mi compañera estará de vacaciones-

Aquella loca invitación supuso que los siguientes días estuvieran llenos de mentiras dentro de sus relaciones actuales.

El día anterior a la carrera se llegó, ella lo esperó en la estación de autobuses, al verse se desearon, ese día se tornó sencillo pero inolvidable; recoger paquetes, comer y por fin dejar el celular para poderse mirar.

La noche llegó era hora de ir al departamento y ahí la charla siguió sobre el sillón, él se percató:

-¡Ve lo tarde que es!-

-Es cierto, deja te muestro la habitación donde dormirás-

Ahí con un profundo abrazo cerraron su primer encuentro acompañado de un pequeño beso sobre sus mejillas.

01:30AM ambos dando vueltas en cama, tan cerca y tan lejos de alguien que te atrae puede ser una tortura carnal difícil de explicar, pero sin dudarlo en sus celulares se inició una conversación:

-¿Ya estás dormida?-

-Aún no, pero tú tienes que descansar para mañana-

-Me hizo falta otro beso-

-Estás loco Manuel te envío miles-

-No los quiero enviados, los quiero dados por tu boca-

Minutos después se pudo leer en el celular de Manuel:

-La puerta está abierta-

Manuel corrió a la habitación de Carmina, sigilosamente entró y se postró en el lado izquierdo de la cama, Manuel se coló por debajo de las sábanas que tocaban el cuerpo de Carmina, sus pulsaciones se aceleraron, Manuel tiernamente acarició la mirada de ella y en medio de la oscuridad, encendieron juntos la habitación, Manuel arrancó del cuerpo de Carmina toda la timidez que la vestía, sólo la cubrió de besos, y sus manos… ésas hicieron poesía por toda su piel convirtiendo el cuerpo de Carmina y Manuel en cientos de kilómetros libres por recorrer.

Del resto sólo se puede decir, que aquel medio maratón ambos lo corrieron con un ardiente corazón que ya venía latiendo desde aquella cómplice  habitación.

Korridori Merino

 

 

 

Edgar Merino

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