Las benditas redes sociales exhibieron desde hace días (al menos 18 días) el comienzo del desabasto de combustibles ante la negativa del gobierno, tuvieron que venir cientos de críticas, reportajes, evidencias, videos y fotografías para que el día de ayer, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunciara con la palabra “desabasto”.
Sin duda, López Obrador era el único que podía enfrentar el llamado “huachicoleo” con el respectivo desgaste que esto significaba y tomar al toro por los cuernos de esa forma.
Sus seguidores fieles al extremo, acompañados de los ciudadanos que le dieron su confianza el 1 de julio del 2018, le permitieron al tabasqueño tomar esa decisión con el desgaste que hasta el momento, ha sido mínimo, personas molestas, largas colas para cargar combustible, acarreo del líquido en recipientes, paro de labores, patrullas detenidas y un largo listado de consecuencias de esta decisición que insito, estoy seguro que el presidente evaluó antes de tomar esa decisión.
Lleno de popularidad, el presidente busca combatir el robo de combustible que existe desde hace mucho tiempo y los resultados tardarán en llegar, para bien o para mal, al menos dos semanas es un tiempo muy poco tiempo para evaluar la decisión del presidente.
Sin embargo, lo que estamos viviendo y la opacidad del director de PEMEX Octavio Romero ante la crisis y su poca capacidad de respuesta, evidencía que de entrada, la inexperiencia y visión de estado es nula.
La decisión de cerrar los ductos tiene un costo político que cargará el presidente, a pesar de que existen piezas en el gabinete que deberían cargar con esa cruz, sin embargo, todos los días, López Obrador sale a defender su medida, permitiendo que sus opositories (me incluyo) disparen contra él, a pesar de que insisto, tiene piezas en su gabinete que deben amortiguar el impacto mediático y político.
Rocío Nahle, Secretaria de Energía quien hasta hace 3 días pidió disculpas a la población por el retraso en el abasto de combustible en los estados afectados por el cierre parcial de ductos y reconoció que al parecer hubo fallas logísticas en el cierre de los ductos que transportan las gasolinas, suena la persona más cuerda en una serie de declaraciones donde el único afectado es el ciudadano.
Los partidos políticos y sus actores se pronunciaron por apoyar la medida pero con una acción distinta a la del desabasto, sin embargo, las culpas ya comenzaron a repartirse, el presidente López Obrador culpa a los anteriores sexenios (Fox, Calderón, Peña) de permitir el huachicol (de lo cual tiene razón), y también culpó a la prensa Fifí por – según él – maximizar la crisis.
Mario Delgado, coordinador de la bancada morenista sostiene que la resistencia del huachicol es grande y alude a otros políticos sin dar detalles ni nombres.
Mientras todo eso sucede, la población que acude a hacer sus actividades cotidianas sufren el desabasto y tienen que perder horas en largas filas para conseguir el preciado líquido y continuar con su vida cotidiana y aún así, no han tomado las calles ni han existido manifestaciones que colapsen aún más los estados afectados en el país.
Todos estamos obligados a combatir el huachicol que no es el de un campesino que se para a la orilla de una autopista con su bidón de combustible robado, sino de empresas, políticos, funcionarios de PEMEX, autoridades en los tres niveles de gobierno involucrados en este delito que hasta el día de hoy es impune.
Sin duda, la estrategia es la que se debe replantear. Nadie dijo que sería fácil, pero en esta lucha, necesitamos unidad y no descalificaciones que, para desgracia, salen de la propia boca del presidente.
En conclusión, López Obrador debe valorar que el “tigre” aún confía en él y aguanta “vara” como se dice popularmente, sin embargo, hoy podemos constatar que no es lo mismo ser borracho que cantinero y la paciencia de el pueblo bueno tiene límites.
La bomba de tiempo sigue su marcha.
